Un lugar único para volver a conectar
Urdaibai, paradigma del equilibrio entre personas y naturaleza. Un espacio extraordinariamente bello donde conviven en armonía naturaleza, patrimonio y cultura, sus pueblos y su gente.
Un paisaje rico en contrastes con un valor naturalístico extraordinario. 22.000 hectáreas integradas en un mosaico de acantilados, montañas, playas, ríos y aguas subterráneas, que ofrece un espectacular paisaje lleno de vida animal y humana.
Urdaibai, se muestra ahora, casi cuarenta años después de su declaración como Reserva de la Biosfera, como un destino que conocer y del que disfrutar capa a capa: de su cultura, de su identidad, de su naturaleza, de su gastronomía, de sus vinos y su alta calidad de vida.
Las primeras personas que habitaron este lugar iniciaron una transformación respetuosa del entorno que ha perdurado durante siglos. La preservación de su paisaje, de su estuario y de sus ricos ecosistemas, junto con la acción sabia del ser humano en el territorio, merecieron su declaración, como Reserva de la Biosfera, en el año 1984.
Su elevado índice de biodiversidad indica la calidad ambiental de su territorio, contando con más de 3.300 especies y subespecies en sus diferentes hábitats: litoral y acantilados, marismas y arenales, bosques y campiña atlántica.
Un lugar en el que la actividad humana ha moldeado su paisaje desde hace miles de años. Se trata de un territorio para la sostenibilidad, porque, al igual que hicieron sus antepasados, las 45.000 personas que habitan este lugar apuestan por compatibilizar el día a día con lo que aportan su naturaleza y sus ecosistemas.
La pesca y la agricultura, la transformación de los productos para su disfrute y su combinación con un entorno privilegiado hacen de Urdaibai un destino en el que vivir la identidad del lugar.
El corazón natural de Urdaibai es la ría del Oka que, en su camino al mar Cantábrico, se convierte en estuario o ría y nos ofrece un espectáculo lleno de vida: con una gran variedad de paisajes fruto de siglos de convivencia equilibrada entre la naturaleza y los 22 pueblos que lo habitan.
Si acompañamos a la ría del Oka en su camino hacia el mar, conoceremos una costa moldeada por una fuerza de carácter propio, el Mar Cantábrico. Un mar de mareas que no solo ha formado nuestras playas y acantilados, sino que también es fuente de vida de nuestros pueblos pesqueros como Mundaka, Elantxobe, Ea o Bermeo, primera capital de Bizkaia, y que aún conserva una activa industria pesquera. Aguas arriba de la ría, la marisma, se convierte en un humedal de descanso reconocido internacionalmente para aves migratorias.
Hacia el interior, surge el Urdaibai de las montañas, los bosques y los valles. Sus pequeños pueblos rurales, anteiglesias y baserris han modelado un hermoso paisaje de campiña atlántica que abastece de productos locales y de temporada. Ejemplo de ello son el pimiento de Gernika o el Txakoli, productos que podemos encontrar en los mercados rurales de los pueblos. Cabe destacar el que se celebra todos los lunes en la villa foral de Gernika-Lumo, símbolo del pueblo vasco y de la paz.