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Parque nacional marítimo terrestre

Guardando la vida marina en las Rias Baixas

Islas que defienden el territorio

No podrás evitar emocionarte: cuando veas un mar que tiene dos caras, cuando conozcas como la vida se ha adaptado a la presencia del océano, cuando descubras el valor natural, la historia y las costumbres de los antiguos pobladores de estas islas. Estos pequeños territorios están llenos de tesoros.
 
La particular situación de las islas atlánticas frente a las rías crea un paisaje que va más allá de la vista. Las rías mantienen su identidad y su riqueza gracias a ellas, localizadas en su bocana. Las corrientes cargadas de alimento y la variedad de sus fondos marinos son el secreto de la gran biodiversidad de este territorio y su ancestral cultura marinera.

En el norte español mirando al Atlántico, donde están las Rías Baixas de Galicia, se sitúan estos cuatro archipiélagos que forman este parque nacional. Islas e islotes que guardan lo mejor de la costa y fondos marinos atlánticos. Los archipiélagos de Cíes, Ons y Sálvora tapan las entradas a las rías de Vigo, Pontevedra y Arosa. Cortegada se refugia en el interior de la última. Todas son islas, pero su origen y evolución natural y el uso dado a cada una, hace de ellas un mosaico natural y cultural muy rico y diverso.

 

Las islas sorprenden al visitante por su contraste de paisajes por tierra y mar.

Al caminar en ellas paseamos al lado de dunas y playas, ascendemos entre matorrales costeros y desembocamos en acantilados colgados al océano. Las aves, presentes en todos estos paisajes, nos recordarán que son ellas las que viven en este territorio y a ellas debemos respeto. Muchas de estas aves están ligadas al mar: son los cormoranes moñudos, gaviotas, pardelas, chorlitejos, correlimos, ostreros... Reflejan la fragilidad de una vida expuesta a las condiciones de un océano salvaje.

 

Debajo del agua, las especies variarán según el tipo de sustrato que visitemos: arena, roca, cascajo, bosque de algas… y este viaje marino sorprenderá de arriba abajo, desde los arroaces saltando en la superficie hasta los erizos que viven bajo la arena. Un delicado equilibrio donde el cuidado en la visita es fundamental para su conservación.

En otros tiempos sus habitantes también tuvieron que adaptarse a este difícil lugar para vivir. Unos encontraron en ellas un refugio contra sus enemigos, o una base de operaciones en medio de conflictos, un lugar de recogimiento religioso o un negocio prometedor. Pero en el día a día, sobrevivir en ellas exigía armarse de valor, conocer la medicina natural y aprovechar todo recurso posible del lugar. La historia de estas islas está cargada de historias, con final feliz o no, pero a merced de las olas.

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