Se trata de una altiplanice que se eleva bruscamente entre la Llanada Alavesa y el valle de Arana y se continúa con los relieves montañosos de la navarra Sierra de Urbasa, al este, y con los Montes de Vitoria, al oeste. Los relieves suaves y amesetados de la porción superior se ven interrumpidos por algunas pequeñas elevaciones y barrancos que emergen del amplio dosel forestal.
Igualmente tienen importancia los fenómenos kársticos que afectan al gran paquete de calizas y dolomías de la porción superior, modelando una típica morfología con grietas, lapiaces, dolinas, etc.
A excepción de los suelos agrícolas existentes en las cercanías de los núcleos habitados existentes en el área, el resto de la zona está cubierta por densos bosques de frondosas, sobre todo hayedos, entre los cuales se intercalan áreas de matorrales y pastos. La tradición pastoril de esta sierra es grande, acogiendo durante la época favorable del año gran cantidad de ganado, ovino, vacuno y equino, de los núcleos implicados en la Parzonería. Aparte de sus valores naturales y paisajísticos propios, típicos de un espacio de montaña aceptablemente conservado, hay que destacar los excelentes miradores naturales que caracterizan los cortados de la Sierra y ofrecen panorámicas únicas sobre los valles circundantes.
La sierra de Entzia está integrada en la Red Natura 2000 al haber sido declarada zona de especial conservación (ZEC) en el año 2005. Al igual que la contigua Urbasa, su eje principal está orientado en dirección noreste-suroeste, representando las porciones superiores de esta sierra el fondo de un valle colgado. Los sustratos básicos son mayoritarios, lo que condiciona una flora fundamentalmente calcícola.
Se trata de un espacio natural con valores florísticos, faunísticos, geomorfológicos y paisajísticos. Se mantienen usos tradicionales de explotación del suelo, responsables del aceptable estado de conservación de los recursos. La zona alberga una gran extensión de hayedo maduro, con especies singulares, tanto a nivel de flora como de fauna. En las solanas y en el monte Arboro predominan quejigales y marojales. También adquiere importancia la vegetación ligada a la roca, concentrándose en estos ambientes gran parte de la flora de interés.
El fácil acceso a la meseta y las espectaculares vistas desde los crestones atraen a un gran número de montañeros. De hecho, existen diversos itinerarios tanto a pie como en bicicleta de montaña que nos permiten disfrutar de este bello paraje, al tiempo que nos remontan al pasado si observamos el gran número de restos prehistóricos que pueblan esta sierra, reflejo de la larga tradición pastoril: monolitos, cromlechs, dólmenes, túmulos, yacimientos en cueva o al aire libre... Son monumentos megalíticos de gran valor tanto por sus dimensiones como por su estado de conservación. Los más conocidos son los dólmenes de Sorginetxe y Egileor, el crómlech de Mendiluze y el menhir de Itaida.