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SIERRAS MERIDIONALES DE ÁLAVA

Donde el clima moldea el paisaje

Donde el clima moldea el paisaje

La alineación montañosa de las sierras de Cantabria y Codés se extiende de oeste a este en el sur de Álava, constituyendo una barrera que separa nítidamente los mundos mediterráneo y atlántico. Este espacio, integrado en la Red Natura 2000 a través de su declaración como zona ZEC, alberga en un reducido espacio geográfico comunidades biológicas de naturaleza muy diversa, que reflejan la disimetría climática entre las laderas norte y sur de estas sierras.

La umbría se cubre de densos hayedos y quejigales, en los que alcanzan su límite de distribución meridional en el País Vasco especies como el abejero europeo o el carbonero palustre. Sobre la ladera sur, con una mayor insolación y más castigada por los incendios, los bosques caducifolios ceden terreno a los encinares y al matorral esclerófilo.

La comunidad de rapaces rupícolas es uno de los valores ornitológicos más importantes de este espacio. En ellos nidifican, entre otros, buitres leonados, alimoches, búhos reales y águilas reales, además de otras especies de roquedo como el vencejo real y el roquero rojo. La chova piquirroja resulta asimismo muy abundante.

Este espacio, protegido como Zona Especial de Conservación (ZEC) dentro de la Red Natura 2000, presenta una gran potencialidad para la recuperación del águila de Bonelli, una de las especies más amenazadas de extinción en la Comunidad Autónoma del País Vasco, habiéndose detectado un marcado declive también en el resto de España. Actualmente, solo una pareja cría en esta área—la única presente en Euskadi—, pero se han llegado a identificar otros cuatro territorios antiguamente ocupados. Dos parejas desaparecieron (hacia 1980 y 1985), aunque sus áreas de nidificación suelen ser visitadas por ejemplares divagantes en proceso de asentamiento.

Destacan por su singularidad ecológica y paisajística, siendo un destino ideal para quienes buscan la conexión con el medio natural en un entorno sereno, donde el tiempo parece detenerse para dejar paso a la contemplación y el disfrute de paisajes únicos.

Cerca puedes visitar otros lugares de interés como:

Labastida: Naturaleza, historia y vino en el sur de Álava

Situado en un entorno privilegiado, el municipio de Labastida se encuentra resguardado por el majestuoso monte Toloño (1.271 m) y flanqueado por el río Ebro, que traza la frontera natural entre Álava y La Rioja. Este enclave es un destino ideal para ecoturistas que buscan combinar naturaleza, cultura e historia en un solo lugar.

Los amantes de la naturaleza disfrutarán recorriendo los paisajes que rodean a Labastida, donde extensos viñedos se mezclan con las laderas boscosas del Toloño. Las rutas que atraviesan este territorio ofrecen vistas espectaculares y permiten descubrir una biodiversidad única, propia del clima de transición entre el Atlántico y el Mediterráneo. Además, la rica tradición vinícola de la zona se puede explorar en bodegas locales que ofrecen visitas respetuosas con el entorno y catas al pie de los viñedos.

En el casco antiguo, de aire medieval, destaca la ermita del Santo Cristo, una joya arquitectónica que combina románico y gótico. También encontrarás los arcos de Toloño y Larrazuria, que en su día sirvieron como puertas de acceso al pueblo. Si planeas tu visita en noviembre, no te pierdas las fiestas de acción de gracias que celebran el fin de la vendimia, con música, tradición y un ambiente vibrante que llena las calles.

El Poblado de la Hoya: historia viva de la Edad de Bronce

A pocos kilómetros de Labastida, en Laguardia, el Poblado de la Hoya invita a un viaje en el tiempo. Este yacimiento, uno de los más importantes del País Vasco, fue habitado entre el 1200 a.C. y el 250 a.C., y sus restos nos revelan cómo vivían y se organizaban las comunidades de la Edad de Bronce.

Descubierto en 1935, el Poblado de la Hoya ocupa unas cuatro hectáreas y fue un destacado centro comercial de la época. Se podrá recorrer el museo anexo al yacimiento, donde se exponen utensilios, vasijas y objetos decorativos hallados en el lugar. Este espacio no solo pone en valor el patrimonio histórico de la región, sino que también muestra cómo las antiguas civilizaciones interactuaban de manera sostenible con su entorno natural.

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