La Siberia extremeña, un enjambre cultural entretejido a través del paisaje
Localizada en el extremo noreste de la provincia de Badajoz, en las estribaciones de los Montes de Toledo, atesora razones para colmar al visitante de quietud y deleite. Su amplio territorio se complace en la mescolanza de paisajes;desde las extensas llanuras del sur a los bosques mediterráneos del norte, laderas vestidas de vetustos olivares mimados por la tradición y senderos de agua serpenteante.
Allí donde el Guadiana se ensancha con plenitud desbordante entre abrumadores riscos. La Siberia se erige como un paraíso para los amantes de la naturaleza, y muy especialmente, para los apasionados de la ornitología, siendo muchas las aves que encuentran, en la variedad de enclaves que la conforman, un refugio para la nidificación y el descanso. Su identidad cultural se hace palpable en los pequeños pueblos, en los que la tradición gastronómica revela una materia prima espectacular y donde afloran vestigios patrimoniales de valor excepcional. Descubre la mayor costa de interior de agua dulce de España y sumérgete en una región salvaje.
La Reserva de la Biosfera de la Siberia ocupa el extremo noreste de la provincia de Badajoz, en la Comunidad Autónoma de Extremadura, limitando con las provincias de Cáceres, Toledo y Ciudad Real. Un territorio ingente en el que la inmensidad de los paisajes sobrecoge y la hospitalidad de sus pueblos abraza al visitante, que descubre conmovido, en el interior de la península, un mar de agua dulce. Un destino que ha blindado su naturaleza y enarbola el silencio y la honestidad como recursos de inestimable valía.
Designada por la UNESCO en 2019, La Siberia manifiesta una impresionante fusión de paisajes:serranías coronadas por roquedos cuarcíticos, cubiertas en sus laderas por bosques y matorral mediterráneo, pinares en áreas del norte y centro, dehesas en valles y mesetas, planicies pseudoestepáricas y cerealistas en el sur, medio urbano en los núcleos de población y extensas masas de agua en embalses, charcas, ríos y arroyos de la Cuenca del Guadiana, que hacen de esta comarca la de mayor costa interior del país.
La variedad de paisajes se traduce en una amplia disponibilidad de hábitats para la flora y la fauna. Resulta especialmente significativa la notoria diversidad de aves, destacando la presencia de auténticas joyas de la península, como la cigüeña negra, el buitre negro, el águila real, el águila imperial ibérica, o las depauperadas y esquivas esteparias, como el sisón, la avutarda o las gangas, que encuentran refugio en las planicies del sur. La masiva llegada de grullas revoluciona el panorama invernal y convierten La Siberia en un destino ornitológico ineludible. Le acompañan singulares especies botánicas, así como decenas de mamíferos, anfibios, reptiles y peces. Tal riqueza ha sido reconocida por la Red Natura 2000, que ha establecido en el territorio 4 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y 7 Zonas de Especial Conservación (ZEC), que conviven con 2 espacios regionales protegidos y 1 humedal de importancia internacional RAMSAR.
Once municipios guardan la esencia cultural de esta tierra: Castilblanco, Fuenlabrada de los Montes, Garbayuela, Helechosa de los Montes, Herrera del Duque, Puebla de Alcocer, Risco, Sancti-Spíritus, Tamurejo, Valdecaballeros y Villarta de los Montes. Pinturas y dólmenes prehistóricos, castros, necrópolis, castillos, puentes medievales, iglesias y ermitas mudéjares, etc. Las ferias ganaderas y la trashumancia revelan un legado de tradición inmaterial deslumbrante, al igual que diversas festividades, que sacan a las calles figuras alegóricas emblemáticas, como los diablucos de Helechosa de los Montes, o danzas ancestrales, como las de San Antón o San Blas.
Los platos tradicionales de La Siberia ponen a la mesa la calidad de sus materias primas, como el cordero, la miel, el queso o el aceite. Todas ellas parten de un modelo de producción sostenible y respetuoso con las técnicas agrícolas y ganaderas tradicionales, favoreciendo con ello el desarrollo económico del territorio, fijando población y garantizando la conservación del patrimonio natural.
Las buenas condiciones meteorológicas a lo largo del año y la escasa contaminación lumínica hacen de La Siberia un lugar idóneo para la observación del cielo nocturno.
Su geología tampoco pasa inadvertida; podrás descubrir el relieve apalachense a través del sinclinal de Herrera del Duque, o las rañas de Castilblanco y Bohonal de los Montes, además de las impresionantes cruzianas de Helechosa de los Montes o el yacimiento paleontológico del Membrillar, en Villarta de los Montes, así como las inusuales turberas. Hasta dos cañadas reales cruzan La Siberia, la Leonesa Oriental y la Segoviana, que aún recorren ganados trashumantes, y que hoy en día ofrecen una senda inigualable para el caminante, y que se suma a más de 30 rutas senderistas y MTB de diferente dificultad y distancia.
Los ríos y embalses atraen a numerosos amantes de la pesca y la navegación, y la Reserva Regional del Cíjara sirve de hogar constante a importantes manadas de gamos, ciervos y jabalís. Asimismo, son numerosas las empresas que ofrecen actividades de observación de aves, sin olvidar experiencias ecoturísticas que acercan la naturaleza al paladar, como rutas etnobotánicas, o aquellas que ofrecen la posibilidad de conocer el proceso tradicional de producción de miel en primera persona, y que permiten que el curioso visitante pueda sentirse apicultor/a por un día.